La sonrisa es una de las expresiones faciales más importantes de la cara y, para ser considerada hermosa, atractiva y saludable, implica un equilibrio entre la forma y la simetría de los dientes, los labios y las encías, así como la forma en que se relacionan y armonizan con la cara de los pacientes.
La sobreexposición de las encías al sonreír, conocida como sonrisa gingival, es uno de los problemas que afectan negativamente a la estética de la sonrisa y pueden estar relacionados con la acción individual y conjunta de diferentes factores etiológicos. La evaluación estética y funcional del paciente en este tipo de casos debe incluir un examen extrabucal, labial, dental y periodontal.
Aunque no hay un estándar absoluto de la belleza, el exceso de exposición gingival puede perjudicar la armonía facial según los patrones de simetría facial. La llamada sonrisa gingival puede considerarse como tal cuando los individuos tienen una exposición mayor de 3 mm de tejido gingival
La sonrisa gingival puede tener múltiples etiologías, por lo que en cada paciente debe ser valorada y estudiada. Puede ser el resultado de factores como una erupción dentaria pasiva o alterada, displasia esquelética o el crecimiento excesivo del maxilar o, en algunos casos, una combinación de estos factores, así como considerar factores como el labio superior corto o hiperactivo cuando se sonríe.
La literatura reporta que se han realizado procedimientos quirúrgicos como gingivoplastia, ortodoncia, cirugía ortognática y las resecciones óseas para corregir la sonrisa gingival causada por la hiperactividad muscular. Sin embargo, los procedimientos quirúrgicos, además de ser en algunas oportunidades engorrosos, de costos elevados y de un tiempo considerable, pueden llevar a la recurrencia y provocar efectos secundarios indeseables.
La toxina botulínica ha sido señalada recientemente en la literatura como una opción de tratamiento para la corrección de la sonrisa gingival.
La bacteria bacillus botulinum, fue identificada por primera vez en 1895 por Emile Pierre Van Ermengem, de Ellezelles, Bélgica. Posteriormente fue llamado Clostridiun Botulinum que fue el precursor de la toxina botulínica tipo A, utilizada hoy en día. La toxina botulínica tipo A, ha sido estudiado desde finales de la década de 1970 para el tratamiento de varias condiciones asociadas con la contracción muscular excesiva.
¿Cómo actúa?
La toxina botulínica produce denervación transitoria, es decir, una eliminación del impulso nervioso de manera temporal, que se manifiesta por disminución del efecto de la musculatura inervada por el sistema nervioso que involucra los músculos, llamado sistema nervioso somático.
¿Cómo se realiza el tratamiento?
El tratamiento con toxina botulínica tipo A puede ser presentado como una opción de tratamiento para los pacientes con sonrisa gingival, si es realizado por un profesional entrenado, evitando tratamientos quirúrgicos invasivos.